Con qué parámetro medir el suficiente amor propio como para
no quedar estaqueado en el medio de una nada absurda de una historia que pudo
haber sido solo si la unidad de medida no hubiera arrojado tanta soberbia como
resultado de un presente que ya no sería futuro. No me sale eso de la autocompasión, mejor jugarla de impasible cuando se sabe que determinadas demostraciones no son otra cosa que
humillaciones que sumo a un inventario que después me jode más que un
autoestima en eterna decadencia. Cedo todas las victorias que reclamen sin vestigios de tristeza
porque, según dicen, el proceso va por dentro…
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