martes, 19 de abril de 2011

Ambiciones


La llevó a cenar a uno de esos lugares atestados de gente con futuro, bebió el vino más caro de la carta y dejó una cuantiosa propina al joven de no más de 25 años que había sabido satisfacer todas sus excentricidades.



Ella supo de inmediato que no sería capaz de seguirle el juego enfermizo de complacerlo solo porque el dinero todo lo podía… sin embargo, cuando desabrochó el último botón de su negro solero frente al resquebrajado espejo ubicado en la puerta de su fría habitación de pensión barata, una aguda tristeza la invadió y fue entonces cuando se prometió pertenecer a aquel ambiente costase lo que costase aunque sin deshonrarse. Sabía que una mujer atractiva podía conseguir lo que quisiese, pero una mujer que fuera además inteligente podía conquistar el universo aquel donde quisiera alojarse. Y a ella la excitaban los desafíos.



Pedro sabía que ese día iba a tener aquella oportunidad que tanto había esperado. Subió al subte convencido de que esa sería la última vez que iría a su oficina en transporte público, alguien como él no debía viajar junto a la clase baja. Llegó al edificio prácticamente sin aire, desaliñado y un poco acalorado, pero sonriente. Se detuvo antes de adentrarse a la sala donde algunos de los citados se hallaban esperándolo, procurando ajustarse la corbata que se le había aflojado, alisarse la camisa y abrocharse un botón que se le había desabrochado, justo cuando se dispuso a ingresar introdujo la mano en el bolsillo de su chaqueta negra para extraer su bolígrafo y pudo palpar un papel, lo sacó intrigado y al examinarlo observó que se trataba de una servilleta del lugar donde había ido con María tres semanas atrás, al darla vuelta vio un corazón hecho con bolígrafo rojo y dentro de éste leyó “Me gustas”. Sonrió. Tomó su móvil y le escribió “Y vos a mi Mar. Hoy a las 10 paso a buscarte para festejar”. Tomo aire y entró a la reunión de directorio con una amplia sonrisa.


María que justo estaba por llamar a su amiga Teresa para invitarla a dormir recibió el texto inmediatamente después de que Pedro se lo enviara, al principio no entendió de qué se trataba y un instante después la invadió la alegría, ¡había visto su dibujito! Después de pasada la primera semana había perdido toda esperanza de recibir respuesta alguna a su picardía y como supuso que no convenía forzar nada decidió esperar más tiempo, pero con el correr de los días se resignó. Ahora la ilusión se hacía materia aunque no entendiera de qué se trataba el festejo al cual hacía alusión el mensaje… Una sola cosa podía tergiversar su Norte y esa cosa era  un tal Pedro.


22:30 hs. un Peugeot 207 Sedán aguardaba a que María saliera de su humilde pensión. Pedro impaciente tocó el quinto bocinazo y, al fin, María salió. Vestía un solero negro por encima de sus rodillas, medias negras bucaneras con sutiles lunarcitos rosas y botinetas también negras, en el cuello se había puesto una bufanda del mismo tono rosa de los lunarcitos, además, llevaba un tapadito corte princesa (color gris) por si refrescaba. Pedro al verla murió un poco.


María –Holaaaa

Pedro –¿Estas segura de estar lista o preferís que te espere otra media horita más?

Ríen.

María –Es que no confié en tu puntualidad, de verdad, creí que llegabas a las 11.

María subió al auto y besó rápidamente una de las mejillas de Pedro que no podía dejar de mirarla, luego él arrancó su nuevo auto con decidido rumbo.

Pedro –Vamos a ir al mejor restaurante y vamos a pedir la comida más cara de la carta y el alcohol más sofisticado que ofrezcan.

María encantada de que Pedro contara con un buen plan y por esta vez no le consultara donde ir, le recordó:

–Yo no tomo vino, ¿te acordás?

Pedro (sonriendo) –Siii, me acuerdo, ¿y vos te acordás que yo tampoco tomo vino? ¿Qué pasa Mar ya no te acordás las cosas que tenemos en común?

María –¿Tenemos cosas en común? Ah… si… nos gusta la comida china y… ¡la Coca Cola light! ¿Qué más? Ah si, los espumantes,  las picadas que incluyan palmitos y que no nos planten durante más tiempo del que se tarda en conseguir un nuevo candidato.

Pedro que ríe con ganas responde:

–Maaaar, vos no sos asííííí…

María entiende que se refiere a su manera poco habitual de echar en cara cosas que la lastiman, pero sin embargo pregunta:

–¿Y cómo soy?

Pedro –Perfecta Mar (la mira seriamente y luego vuelve su mirada a la calle por donde se encuentra conduciendo). ¿Me extrañaste?

María –No Pedro, no.

Ríen.

Pedro –Cómo te duelen las tres semanitas de indiferencia.

Ríen.

María –¿Qué es lo que vamos a festejar hoy?

Pedro –Mi ascenso.

María –Congratulations Pedro, pero… ¿por qué tengo que festejarlo yo?

Pedro –Porque a partir de esta noche vas a renunciar a conquistar a mi gerente. Eso de que te haya obligado a tomar vino no me gustó nada.

María comprende que Pedro se ha enterado que ha salido a cenar con su gerente y que por una cuestión de condescendencia accedió a compartir la botella del vino más caro del lugar. Avergonzada busca excusarse, pero lo hace torpemente y se quiebra en el intento.

María –No hice nada… no hicimos nada… solo cenamos. Él insistió mucho para que yo aceptara su invitación y yo, no sé, su mundo… ese que siempre miré de lejos, ese que siempre envidié, me pareció un poco más accesible (llorando). Perdón…

Pedro que sospechaba acerca de aquel encuentro había revisado el celular de María, la noche que habían ido a aquel bar, en el momento en que ella fue al baño a limpiarse el destornillador que le habían volcado sobre su pollera. No olvidaba como su jefe la había recorrido con la mirada el día en que María pasó a buscarlo por su oficina y sabía que no descansaría hasta dar con ella. Se trataba de un hombre con muchos contactos no tardaría en encontrarla.

Pedro –No nena, no llores (abrazándola firmemente), sé que no hiciste nada. Él me dijo lo contrario, pero te conozco y confiaba en qué la ambición te haría crecer y no prostituirte. Hoy vamos a festejar mi ascenso y tu renuncia a beber obligadamente un vino porque ahora el gerente soy yo y los dos… tomamos ¡Coca Cola light!

lunes, 18 de abril de 2011

Y es cuando se llega a la cima que solo resta mantenerse vigente o emprender el duro descenso...