domingo, 25 de diciembre de 2011

Catalina

Y ella que enceguecía a quien se propusiera, porque eso si que le salía bien y que jugaba a ser quien no era y todos compraban eso que vendía, lo sabía.
Catalina se esmeraba por ocultar toda su parte vulnerable y así se creía indestructible, con una suerte de coraza impenetrable.

Quería una gran, gran historia.
Sin embargo, gastaba almanaques enamorándose de imposibilidades.

Conformismo

Había algo perturbador en su mirada
Resentimientos
Insatisfacción
Miedo
Tristeza
La amaba
La había deseado tanto...
Sin embargo renunció a conquistarla
Y se conformó con lo fácil
Algo mucho más a su medida

Amigas

- Tiene miedo. Se estaría jugando todo, tiene mucho en juego, una vida.
- ¿Y yo qué Billy?
- No seas ridícula, tenes edad como para empezar de vuelta un centenar de veces más.
- No se va a arriesgar nunca.
- Lo está pensando.
- No, no me piensa ni un rato. Si me pensara al menos 1/4 de hora eliminaría toda duda.
- Te piensa sino te evitaría.
- Si me evitara sería porque lo pensó más de lo que debió hacerlo y ya decidió.
- Más de 1/4 de hora. (Sonríe).
- (Ríe). Más Billy, más. ¿Qué hago? ¿Lo apuro?
- ¡Nooo! Se va a asustar más, además la idea es que te elija y no que lo obligues a elegirte.
- ¿Entonces?
- Ignoralo, que crea que te está perdiendo, que pierde la única posibilidad de burlar la rutina, de...
- ¡No puedooooo! ... A veces me siento un poco puta.
(Ríen)
- Sos.
- Pero no me entendés, ¡es él!
- (Tentada). Dejate de joder Billy, sabés que no. Te encantan las imposibilidades a vos.
- No, no, de verdad.
- Billy...
- Bueno, no sé Billy. Con amigas como vos no necesito terapia.
- No, no, ¡si! necesitas y con urgencia.
(Risas).

sábado, 10 de diciembre de 2011

Cuentas Claras

Joaco terminó por aceptar la estadía de la rubia con la condición de que no demoraría en conseguirse alguna otra vivienda.
El primer día casi no le dirigió la palabra y cenó fuera, cuando regresó a su departamento la encontró durmiendo en su cama, le dió pena despertarla, así que optó por armarse, con el alcolchado y dos almohadas que tenia guardadas en el placard del baño, una improvisada e incómoda cama en la alfombra, junto a su escritorio. Al cabo de un rato arrojó a un costado ambas almohadas, olían a humedad y a sudor ajeno, casi vomita del asco, pero minutos después se sumergió en un profundo sueño que al otro día no recordaría.
Amaneció lloviendo, lo despertó el aroma a café y suculentos tostados que Catalina había apoyado del lado derecho de su intento de cama. No lo dijo, pero le encantó el gesto… el hecho de que ella hubiera salido a comprar el fiambre, el pan y ¡una tostadora! para preparar ese desayuno. Hacía tiempo que no desayunaba tan bien. Comió cuatro tostados y bebió dos cafés, el segundo Catalina lo sirvió cortado con un poco de leche, argumentando que tanto café podía caerle mal, él rió como un nene de no más de cinco años y ella lo miró sorprendida y complacida a la vez, sabía que empezaba a gustarle la idea de tenerla junto a él y aquello la hacía feliz.
Él- ¿Y ahora?
Ella- ¿Y ahora qué?
Él- ¿Qué vas a hacer? ¿Vas a buscar trabajo?
Ella- ¡No! ¿No ves cómo llueve? Me va a dar un resfrío importante. Te toca.
Él- ¿Me toca?
Ella- Si, si. Te toca lavar, yo ya hice el desayuno, si querés también me ocupo del almuerzo, me gusta cocinar, pero no lavar porque se me arruinan las manos y los guantes me irritan la piel.
Él- (Ríe como incrédulo y la observa como aguardando que ella confiese que lo que ha dicho ha sido broma, pero Catalina no emite sonido) La verdad debo reconocer que no dejas de sorprenderme y eso que hace tan sólo un día que te trato.
Ella- Si, tan sólo un día… creo que en estas pocas horas juntos me estás prestando mucha más atención que durante los cinco meses que estuvimos saliendo.
Él- (se reincorpora en la cama de manera que queda apoyada su espalda en una de las patas de su escritorio apoya su cabeza también en la pata y queda sentado con el torso muy erguido) ¿Saliendo?
Ella- Viéndonos.
Él- Así que decís que fueron cinco meses… la verdad no tenía idea…
Ella- Si, ya sé, nunca tuviste mucha idea de nada vos…
Él- (Echa a reír divertido) A ver, a ver, a ver, tanto como <de nada> no. Sé que estabas enamorada y vos a mi me gustabas, pero probablemente no tanto como para lo que yo te gustaba a vos. No tengo idea del tiempo que estuvimos <viéndonos> como decís vos, simplemente porque así como me <veía> con vos me <veía> con otras, imaginate que llevar la cuenta de cuanto tiempo  me <vi> con cada una además de estúpido hubiera sido laborioso (echa a reír nuevamente, despidiendo por cada poro millares de células de arrogancia barata). Es más, (miente) por la única razón que recordé tu nombre es porque eras amiga de Javi y él solía nombrarte a menudo, calculo que te tenía unas ganas inconmensurables, después de acostarme con vos aquella noche, comenzó a tratarme de manera poco amable, estaba como dolido, como si alguno de nosotros dos le hubiera fallado, me juego la vida que sufrió más que yo haya accedido a acostarme con vos, que el hecho de que vos no opusieras resistencia… dado que a vos te siguió tratando como siempre y, en cambio a mi… de a poco dejó de tratarme.
Ella- Le daba lástima, muchas veces me dijo que había sido un error incorregible haberme acostado con alguien como vos, por eso a mi no me hizo a un lado de su vida. Un tiempito después me confesó que me quería y no como amiga… Dijo también que cada vez que te veía le daban unas ganas enormes de bajarte cada uno de tus dientes y de romperte las costillas por ser tan hijo de puta conmigo… al principio, para qué mentirte, me sedujo la idea, pero luego entendí que no eras culpable de no sentir lo mismo que yo.
Él- Lo hubiese matado antes de que me llegara a impactar su primera trompada. Puras habladurías, él sabia que no podría enfrentarme sin salir muy lastimado, por eso se deshizo en puteadas a mi persona, pero nunca se mostró violento, ambos éramos conscientes de mi falta de diplomacia y, de que a la hora de fajarlo, olvidaría fácilmente que alguna vez nos habíamos llevado bien. Mi mayor virtud es el olvido.
Ella- No sé, no me importa. Ya pasó. Sin rencores, de hecho por eso estoy acá.
Él- ¿Sin rencores? Ahí te equivocas, vos no podes tener ningún rencor para conmigo porque yo nunca te dije algo que después no hice ni te prometí nada fabuloso con respecto a nuestra relación, o lo que sea que hayamos tenido… Vos nunca preguntaste nada, yo nunca dije mucho… era una especie de acuerdo tácito, pasa que eras medio ingenua y es sobre este punto en el cual  puede reprochárseme no haber sido considerado… quizá jugué con eso, quizá me dio curiosidad ver hasta dónde eras capaz de llegar para engancharme… Cuando descubrí que nunca antes habías tenido sexo me sentí mal, creas o no, me acuerdo perfectamente que me dije que era un tarado por no sospechar que nunca habías… Pero, ¿qué pretendías? ¿Qué después de aquello me hiciera cargo de tus sentimientos, que sólo los tuyos alcanzaran para ambos… ? No… vos a mi sólo me gustabas un poco, nada especial, no valía la pena intentar nada y…
Ella- No valía la pena… (Sonríe triste, dejando entrever que aún toda aquella experiencia le duele, se odia por no poder simular tanto dolor que creyó superado, de repente toma conciencia de que el hecho de haber evadido la tristeza que su accionar le había causado no había alcanzado para olvidarlo al menos lo suficiente como para no ser tan obvia).
Él- Vamos Cata… no te pongas susceptible, no dije que no valías la pena, dije…
Ella- Sé lo que dijiste, dijiste que no valía la pena intentar nada, que es lo mismo que decir que yo no valía lo suficiente como para intentar algo. Está bien Joaco, no busco que me expliques nada, era chica o quizá no tanto, pero estaba muy poco curtida en temas del corazón, si me permitís la cursilería, ya pasó, no tiene sentido esta conversación…
Él- Si que tiene sentido, ¡siempre igual! Intentas sobreactuar lo que te pasa, tiempo atrás me servía para seguir como si nada y, evitar comprometerme abrazándote y preguntándote porque me habías elegido a mi para tener tu primera vez sabiendo que yo no estaba enamorado de vos ni mucho menos, si yo no te preguntaba vos no decías y si vos no decías yo podía hacerme el desentendido y seguir tratándote como siempre… No soy idiota Cata, sé que es importante para vos que hablemos sobre esto, pero entiendo que este no es el mejor momento para hacerlo, dejemos esta conversación para más adelante, pero quiero que sepas que cuando te surjan ganas de hacerme cualquier tipo de pregunta al respecto yo te voy a responder, sinceramente.


Catalina se encontraba sentada del lado derecho de la seudo cama de Juaco, con las piernas cruzadas junto a la bandeja con la taza ya vacía de café y el plato lleno de migas de pan de los tostados, su pelo olía a jazmines e irradiaba un brillo intenso, muy contrastante con el gris día que podía vislumbrarse a través del ventanal y que teñía la habitación, de aquel departamento, de una tristeza singular. Había despertado temprano por lo que decidió tomar una ducha y, luego, salir en busca de alimentos, al pasar por una casa de electrodomésticos una tostadora que se encontraba exhibida en la vidriera la tentó de ingresar a la tienda, la adquirió a un precio nada económico, pero a pesar de esto estaba muy satisfecha con la compra. Al llegar al departamento, se quitó el jean y la camiseta negra, ambas prendas empapadas, la cuales se había puesto para salir de compras, luego se quitó las zapatillas también empapadas, puesto que llovía agresivamente. Temió haber cogido algún resfriado, pero al cabo de un rato como no estornudó se tranquilizó. Decidió darse otra ducha, esta vez con agua bien caliente, luego, se vistió lo más cómodamente posible que pudo, escogió una no muy holgada remera naranja y un pantalón pijama de algodón, blanco, no tenía chinelas así que se quedó descalza con unos simpáticos soquetes rosas con corazoncitos fucsias.
Joaco la observaba detenidamente y la encontraba preciosa.
Ella- ¿Vas a lavar o tenes pensado  seguir vagueando en ese intento de cama?
Él- Te exijo más respeto en cuanto a este intento de cama que he realizado para no despertar anoche a la desvergonzada biaru que ahora tengo delante de mí.
Ella- (Ríe divertida) ¿Desvergonzada?
Él- A Cualquiera que use ese tipo de medias suelo considerarlo desvergonzado, ridículo, con muy mal gusto…
Ella- (Riendo alegremente) Son preciosas y me hacen encantadora, ¿qué sabe usted de moda Sr. Moterric?
Él- Evidentemente bastante más que usted Srta. ... eh... eh...
Ella- (Deja de reír, entiende que él no recuerda su apellido) Srta. Seijo.
Él- Seijo, si, si.
Joaco se levanta de su cama y ella lo hace del suelo, quedan parados frente a frente.
Él- Tenías razón. Debo admitirlo.
Ella- ¿En qué tenía razón?
Él- En que esas medias te hacen encantadora.
Ella- ¿Solo las medias? (Ríe nerviosa).
Él- No sé bien qué es… (roza sus labios con la punta de su dedo índice).
Ella se sonroja, y él retira el dedo inmediatamente, ella retrocede y sonríe tímida, él contiene las ganas infinitas de darle un beso mientras le sostiene la mirada durante solamente dos segundos porque Cata baja la mirada, entonces Joaco a duras penas recoge la bandeja que ha quedado en el suelo y torpemente se dirige a la cocina para lavar aquello que ella ha ensuciado al hacer el desayuno...
El aire se impregna de infinitas ganas censuradas.