viernes, 23 de marzo de 2012

Desamor

De repente era una extraña dentro de mi propia casa. Tenía que pedir permiso para todo y unos ojos desafiantes y desconfiados no bajaban la guardia ni cuando parpadeaban. Podía percibirlo.
Permiso
Por favor
Gracias
Un miedo infinito me invadía, no quería decepcionarlo. Haría todo lo posible y más también para enorgullecerlo, pero nada revertiría aquel presente tan de mierda.
Una cualquiera se convertía en la protagonista de una historia ajena.
Y fue así como conocí el desamor por primera vez.
Tenía 11 años.
No encontré consuelo alguno en la fe, entonces me peleé con la religión.
Me sumergí de lleno en historias inventadas con finales felices, un mundo a mi disposición repleto de seres mágicos, benévolos y justos.
Volvía a ser protagonista sin terceros perturbando mi psicología.
La nueva pareja de mi papá me había ganado solo a medias porque desconocía mi vida paralela remotísima a su inventiva e intenciones macabras.
Y entonces con una mamá derrotada y un papá ausente crecí en un universo encantado.

La realidad es solo una alternativa.