Se trataba de una caricatura grotesca del hombre con el que alguna vez
había estado. Ni rastros de aquello que antes me fascinaba. Chau magia.
La idealización siempre termina por mostrar su costado
irreal y es ahí justo ahí que pierde esencia.
Fuera del escenario fáctico real siempre había sido perfecto
y de repente la disímil realidad derribaba años de conjeturas ilusas.
No más cuentas pendientes.
No hay comentarios:
Publicar un comentario