martes, 8 de noviembre de 2011

Final

Retrasaba los relojes.
Exigía prórroga al almanaque.
Atrancaba persianas para evitar que la luz del sol se colara anunciando el nuevo día.
Buscaba retenerlo en aquella habitación sin tiempo.
Sin más brújula que un reloj de arena que procuraba voltear antes de que derramara su último puñado.
Dilataba la despedida anunciada.
Él tenía el pasaje que lo llevaría a cruzar el océano Atlántico.
Ella pretendía retenerlo en un presente difuso.
Él partía en busca de un futuro prometedor.
Un día cualquiera de Enero ella, al fin, abrió de par en par las ventanas de aquella roída morada.
El alba se filtró por doquier.
Él empacó su maleta repleta de soberbias ambiciones…
Y partió con y sin ella…

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